Cuando la mente del hombre se abre a un pensamiento más profundo, su alma despierta y se torna activa, su naturaleza divina crece.

Es entonces cuando tiene que aplicarlos en su vida diaria para obtener su desarrollo interior y el despertar de fuerzas que puede usar para lograr salud, fortaleza y vitalidad, así como para cualquier otro propósito personal o social.

Este entrenamiento obliga a vencerse a sí mismo y a obrar cada vez más de acuerdo con la razón y con la Ley del Amor; es sencillo, natural y se lleva como parte de los quehaceres diarios, pues no es incompatible con ninguna actividad o empresa correcta, ni prohibe ningún placer positivo. Multiplica la capacidad para el trabajo, purifica los sentidos, robustece la mente, desarrolla la sensibilidad y acrecienta y ennoblece la capacidad de goce, aun cuando también, por ley de polaridad, la capacidad para el dolor. No busca el domino de los demás, sino la inspiración y el poder para servir en forma eficiente y desinteresada; e impulsa a robustecer e independizar la voluntad y la mente y a acrecentar la capacidad de juicio y de discernimiento para hacer, antes que todo, hombres verdaderamente libres y, sobretodo, responsables.

Nunca en la historia del mundo se ofrecieron oportunidades mejores que en la hora presente. Pero hombres y mujeres viven como en sueño, trabados por su propia debilidad y por la ajena, enceguecidos por ambientes y condiciones adversos o bobalicones y esclavizados por la opinión de los demás. Andan a ciegas, guiados por filosofías o religiones simbólicas y externas, dando tumbos de experiencia en experiencia, sin comprender las lecciones del dolor, de la alegría o de las pérdidas y sin saber el por qué de todo ello.

El que recurre al entrenamiento oculto descubre por qué las sufre: comprende la razón del sufrimiento, el sentido del dolor, de la alegría y del esfuerzo, y a la luz de la filosofía, de la ciencia y de la experiencia de los que le han precedido en el camino, estudia y aplica los Medios que han de llevarle a realizar la Iluminación y la inmortalización de su alma, dentro de una vida creadora y positiva para sí mismo y para los que le rodean.


Constant Chevillón