Simplemente no soy de este mundo.
Yo habito con frenesí la Luna.

No tengo miedo de morir;
tengo miedo de esta tierra ajena, agresiva…

No puedo pensar en cosas concretas;
no me interesan.

Yo no sé hablar como todos.
Mis palabras son extrañas
y vienen de lejos,
de donde no es,
de los encuentros con nadie…

¿Qué haré cuando me sumerja
en mis fantásticos sueños
y no pueda ascender?

Porque alguna vez
va a tener que suceder.

Me iré y no sabré volver.
Es más, no sabré siquiera
que hay un “saber volver”.

No lo querré acaso.

Alejandra Pizarnik