– Estuvo Laura ayer en casa. ¿Cuánto hace que estás, así acá?

– No se. Un tiempo.

– ¿Qué, qué vas hacer?

– ¿Con qué?

– De tu vida.

– No escapar más.

– Pero que, ¿qué vas a hacer para vivir? digo.

– No importa.

– Yo no puedo creer que esté a esta hora acá preguntándote esto, no lo puedo creer.

– ¿Damos una vuelta?

– ¿Una vuelta? Son las 3 de la mañana.

– Dale. Vos, ¿sos bueno?

– ¿Qué escuchaste?

– ¿Tenés miedo a la locura?

– No, generalmente no. Hoy, hoy un poco.

– ¿Vos?

– Siempre tuve. Pero ya no.

– ¿No es peligroso esto, chico?

– No.

– ¿Estás comiendo bien vos?

– ¿Cómo explicarte?

– ¿Explicar qué? ¿Comés o no comés?

– No se si puedes ver lo bueno, del ayuno.

– Pero no estás en el Tíbet hermano, esto es Buenos Aires. Naciste acá, fuiste educado de una manera, tu cuerpo fué alimentado de una forma. No puedes cortar la alimentacion así no más.

– No se trata de comer, o no comer. Existen otras fuentes.

– Dejame de romper las pelotas Tomás. Te cortaron la luz…La fuente no te lleva a pensar que quizás estás un poquito equivocado.

– Nunca sentí tanta tranquilidad, tanta dulzura.

– Disculpame pero yo te veo así y te veo hundiéndote.

El mono ve el pez en el agua, y sufre. Piensa que su mundo es el único que existe, el mejor, el real. Sufre porque es bueno, y tiene compasión. Lo ve y piensa, pobre, se esta ahogando, no puede respirar, y lo saca. Lo saca y se queda tranquilo, por fin lo salvé. Pero el pez se retuerce de dolor, y muere.

Un buda (2005)