Supongo que como resultado de la globalización es que pueden encontrar latas de Coca Cola en la cima del Everest y monjes budistas en Monterey.

Hace apenas dos días que llegué de los Himalayas gracias a su amable invitación; y de igual modo los invito por un instante a los Himalayas para mostrarles el lugar donde meditadores como yo, que empecé siendo un biólogo molecular del Instituto Pasteur encontraron su camino hacia las montañas.

Bien, hablemos ahora de la felicidad. Como francés, debo decir que hay muchos intelectuales franceses que piensan que la felicidad no es interesante en absoluto. Recientemente escribí un ensayo sobre la felicidad, y este causó controversia  Alguien escribió un artículo diciendo que no impusiera la sucia palabra felicidad. No nos importa eso de ser felices, necesitamos vivir con pasión, nos gustan los altibajos de la vida; nos gusta el sufrimiento porque se siente tan bien cuando cesa por un instante.

Vayamos ahora a la felicidad o al bienestar Primero que nada, y a pesar de lo que los intelectuales franceses dicen, al parecer hasta donde sabemos nadie se despierta en la mañanas pensando: «Me permiten sufrir todo el día?» Lo cual, de alguna manera significa que … conscientemente o no, directa o indirectamente, en el corto o largo plazo, todo lo que hacemos, todo lo que esperamos, todo lo que soñamos de alguna forma está relacionado con un profundo deseo de bienestar o felicidad.

Como dijo Pascal, incluso aquel que se pone la soga al cuello, de alguna manera, está buscando dejar de sufrir … y no encuentra otra manera. Si buscamos en la literatura en Oriente y Occidente, es posible encontrar una diversidad increíble de definiciones de la felicidad. Algunas personas dicen que es sólo recordar el pasado, imaginar el futuro y nunca ver el presente. Algunas personas dicen que la felicidad es el ahora; es la calidad de la frescura del momento presente.

Todo esto motivó al filósofo francés Henri Bergson a decir: «Todos los grandes pensadores de la humanidad han dejado a la felicidad como algo vago de modo tal, que así puedan definirla en los términos que cada uno quiera.»

Bueno, eso estaría muy bien si fuera tan sólo una preocupación secundaria en la vida, pero si es algo que va a determinar la calidad de cada instante de nuestra vida, sería mejor saber que es, y tener una idea más clara. Y probablemente el hecho de no saber, es lo que tan a menudo nos hace que aunque busquemos la felicidad, pareciera que le volvemos la espalda. Aunque queremos evitar el sufrimiento, parece que corremos de alguna forma hacia el. Y esto también puede provenir de algunas confusiones, una de las más comunes es confundir felicidad y placer. Pero, si miramos a las características de ambas, el placer depende del tiempo, del objeto y del lugar; es algo que cambia de naturaleza. Un sabroso pastel de chocolate, la primera porción es deliciosa, la segunda no tanto, comemos más y nos da asco. Esa es la naturaleza de las cosas, nos cansamos. Yo solía ser un fan de Bach, solía tocar la guitarra, lo podía escuchar dos, tres, cinco veces; pero … si tuviera que escucharlo 24 horas sin parar, terminaría fastidiado. Si tienes frío, te acercas al fuego y es algo maravilloso; después de un rato, te haces un poco para atrás porque comienza a quemar. En cierta forma -el placer- se consume a sí mismo conforme lo experimentas.

De nuevo, el placer no es algo que esté irradiando hacia fuera. Como cuando tú puedes sentir un placer intenso mientras que otros a tu alrededor pueden sentir sufrimiento.

¿Pues entonces qué es la felicidad? La felicidad, por supuesto, es una palabra tan vaga, que mejor usaremos «bienestar». Así, creo que la mejor definición, según la visión budista, es la de que el bienestar no es meramente una sensación de placer, sino una sensación de profunda serenidad y realización; un estado que impregna y subyace a todos los estados emocionales y a todas las alegrías y penas que se atraviesan en el camino.

Para ustedes eso puede ser sorprendente, ¿podemos tener este tipo de bienestar en la tristeza? En cierta forma ¿por qué no? Porque estamos hablando a un nivel diferente. Miren las olas que llegan a la orilla, cuando están en la parte baja de las olas, tocan el fondo, pegan con la roca sólida; cuando están arriba, sienten regocijo. Así se pasa de euforia a depresión y no hay profundidad. Ahora, si miran el alta mar, quizá lo encuentren bello, tranquilo como un espejo; puede que halla tormentas, pero el fondo sigue ahí, sin cambios. ¿Cómo es esto? Esto sólo puede ser un estado del ser, no sólo una emoción fugaz, una sensación. Incluso la alegría, que puede ser la fuente de felicidad, también puede ser la alegría torcida por el regocijo de ver a otros sufrir.

¿Entonces cómo proceder en la búsqueda de la felicidad? A menudo buscamos afuera. Pensamos que si pudieramos juntar esto y lo otro, todas las condiciones, como se dice «todo para ser feliz» Tener todo para ser feliz … La frase misma revela la causa que conlleva a la destrucción de la felicidad. Tenerlo todo … si algo nos falta, es el colapso. Igualmente cuando las cosas van mal, intentamos arreglar el exterior, pero nuestro control del mundo exterior es limitado, temporal, y a menudo, ilusorio. Entonces miremos las condiciones internas ¿acaso no son más fuertes? ¿No es la mente misma la que traduce las condiciones externas en felicidad y sufrimiento? ¿Acaso no es más fuerte? Sabemos por experiencia, que podemos estar en lo que llamamos «un pequeño paraíso» y aún así, ser completamente infelices por dentro.

En una ocasión, el Dalai Lama estaba en Portugal y había muchas construcciones por todos lados. Una tarde dijo: «Miren, están haciendo todas estas cosas, pero no sería lindo también, que construyeran algo hacia dentro? Y agregó, «A pesar de esto … incluso si tienen un grandioso departamento en el piso 100 de un edificio supermoderno y cómodo, si dentro de ustedes están profundamente tristes lo único que van a buscar es una ventana por donde saltar.»

Ahora, por el contrario, conocemos mucha gente que está en circunstancias difíciles que logran mantener serenidad, fuerza interior, libertad interior y confianza. Ahora, si las condiciones internas son más fuertes… por supuesto que las condiciones externas van a afectar, y es maravilloso ser longevos, sanos, tener acceso a información, educación, poder viajar, tener libertad … son cosas por demás deseables. Sin embargo, esto no es suficiente; esos son sólo un apoyo auxiliar, condiciones. La experiencia que traduce todo está dentro de la mente. Por lo tanto, cuando nos preguntamos cómo nutrir las condiciones de felicidad, las condiciones internas, y cuáles son aquellas que minan la felicidad. Para ello, se requiere tener cierta experiencia. Tenemos que darnos cuenta que dentro de nosotros hay un cierto estado de la mente que conduce al florecimiento de tal bienestar, lo que los griegos llamaron eudemonismo, florecimiento. Hay algunos que son adversos a ese bienestar, si miramos en nuestra propia experiencia — ira, odio, celos, arrogancia, deseo obsesivo, codicia extrema — no nos dejan en un buen estado después de experimentarlos. Además que perjudican la felicidad de otros. Podemos considerar que entre más nos invaden la mente, como una reacción en cadena, más nos sentimos miserables, atormentados.

Por el contrario, todos sabemos que en lo profundo, un acto de generosidad desinteresado a la distancia, sin que nadie sepa de el, poder salvar la vida de un niño, hacer a alguien feliz … no necesitamos reconocimiento, no necesitamos gratitud. El mero acto de hacerlo nos llena de una sensación de plenitud con nuestra naturaleza profunda. Y quisiéramos estar así todo el tiempo. ¿Es eso posible, cambiar nuestra manera de ser, transformar nuestra mente? ¿Y son esas emociones negativas o destructivas inherentes a la naturaleza de la mente? ¿Es posible cambiar nuestras emociones, nuestros rasgos, nuestros ánimos?

Para eso nos tenemos que preguntar ¿cuál es la naturaleza de la mente? Si vemos desde el punto de vista de la experiencia, existe una cualidad primaria de la consciencia, que es el simple hecho de pensar, de estar conscientes. La consciencia es como un espejo que permite ver todas las imágenes que salen. Pueden tener caras feas, caras hermosas; el espejo lo permite, pero el espejo no se mancha, no se modifica, no se altera por esas imágenes. De la misma forma, detrás de cada pensamiento existe la conciencia desnuda, pura. Esta es la naturaleza, no puede ser intrínsicamente manchada con odio o celos, y si estuvo siempre ahí … como la tinta que impregna todo el lienzo, se encontraría todo el tiempo, en algún lado.

Sabemos que no siempre estamos enojados, siempre celosos, siempre generosos. Es debido a que la tela fundamental de la conciencia es esta cualidad pura de estar conscientes, que la difierencía de una piedra, es que existe la posibilidad de cambiar, porque las emociones son pasajeras. Este es el fundamento del entrenamiento de la mente. El entrenamiento de la mente se basa en la idea de que dos factores mentales opuestos no pueden ocurrir al mismo tiempo. Puedes pasar del amor al odio, pero no puedes, al mismo tiempo y hacia el mismo objeto, o misma persona, querer herirla y hacerle un bien. No puedes, en el mismo gesto, dar la mano y dar un golpe. Por lo tanto existen antídotos naturales a las emociones que son destructivas a nuestro bienestar interno. Entonces esa es la manera de proceder. Regocijo en lugar de celos. Sensación de libertad interior opuesta a la codicia extrema y la obsesión. Benevolencia, afecto amoroso contra odio. Pero por supuesto, cada emoción necesitaría un antídoto particular.

Otra forma es tratar de encontrar un antídoto general a todas las emociones, y eso es mirando a la naturaleza de la emoción misma. A menudo cuando sentimos ira, odio o molestia por alguien, u obsesión por algo, la mente va una y otra vez tras ese objeto. Cada vez que vamos tras el objeto, se refuerza la obsesión o el enojo. Y se vuelve un proceso de auto perpetuación. Por eso ahora lo que necesitamos es, en lugar de ver fuera, ver hacia dentro. Mirar a la ira misma; se ve muy amenazadora, como las nubes de un monzón o una tormenta de rayos, Pero si pensamos en sentarnos en la nube, en ir a ella, es simplemente neblina. De la misma forma, si se mira a la ira, se desvanecerá como la escarcha bajo el sol matutino. Si hacen esto una y otra vez, la propensión, la tendencia de que surja la ira otra vez será cada vez menor cada vez que se logre disolver. Al final, aunque puede surgir, simplemente cruzará por la mente como un pájaro que surca el cielo sin dejar huella. Así que este es el principio del entrenamiento de la mente. Esto lleva tiempo porque … así como le tomó tiempo a los defectos y tendencias de nuestra mente formarse de igual modo tomará tiempo desmantelarlos. Pero esa es la única manera de hacerlo, la transformación de la mente, ese es el auténtico significado de la meditación; esto significa familiarizarse con una nueva forma de ser, una nueva forma de percibir las cosas más adecuada a la realidad, con interdependencia, considerando a todas las transformaciónes continuas y fluyentes en las cuales se encuentra nuestro ser y nuestra consciencia.

Así la interfaz con la ciencia cognoscitiva, puesto que necesitamos llegar a eso, y se supone era el tema de… tendremos que tratarlo en este corto tiempo Acerca de la plasticidad del cerebro, el cual se pensaba era más o menos fijo. Hasta hace veinte años se pensaba que todas las conexiones nominales, en números y cantidades, eran más o menos fijas cuando alcanzábamos la edad adulta. Recientemente se ha encontrado que puede cambiar mucho. Un violinista, como se sabe, con unas 10,000 horas de práctica de violín, sufre muchos cambios en la parte del cerebro que controla el movimiento de los dedos intensificando el reforzamiento de las conexiones sinápticas. ¿Entonces qué podemos hacer con las cualidades humanas? ¿Con el afecto amoroso, la paciencia y la apertura? Pues eso es lo que los grandes meditadores han estado haciendo. Algunos de ellos que han ido a laboratorios en Madison, Wisconsin o Berkeley han meditado de 20,000 a 40,000 horas. Hacen retiros como de tres años en los que meditan 12 horas al día, y luego, el resto de sus vidas, lo hacen de tres a cuatro horas diarias. Son auténticos campeones olímpicos del entrenamiento de la mente. Este es el lugar donde meditan … pueden ver que ciertamente es inspirador. Aquí con 256 electrodos. ¿Qué hallaron? Por supuesto, lo mismo.

El embargo científico, si acaso se tuviera que someter a la Naturaleza, esperemos que sea aceptado; Se estudia el estado de compasión, compasión incondicional. Le pedimos a los meditadores que han estado meditando por años y años que pusieran su mente en un estado en que no hubiera más que afecto y amor, total disponibilidad al ser sensible. Por supuesto, durante el entrenamiento, hacemos eso con objetos, pensamos en gente que sufre, en gente que amamos, pero en cierto punto, puede ser un estado que impregna todo. He aquí el resultado preliminar, que puedo mostrar porque ya ha sido presentado. La curva de campana muestra 150 controles, y lo que se ve es la diferencia entre el lóbulo frontal derecho e izquierdo. En resumen, gente que tiene más actividad en el lado derecho de la corteza prefrontal es más depresiva, retraída, no se caracterizan por tener afecto positivo. Lo opuesto está en el lado izquierdo: más tendencia al altruismo, la felicidad, a la expresión, a la curiosidad, etc. Existe una línea básica para la gente, que también se puede cambiar. Si ves una película cómica, vas a tu lado izquierdo. Si estás feliz por algo, te mueves más hacia la izquierda. Si tienes un ataque de depresión, vas a tu lado derecho. Aquí se muestra la desviación estándar de -0.5 de un meditador que medita en compasión. Es algo que está totalmente fuera de la campana. No me da tiempo de ver todos los diferentes resultados científicos. Esperamos que pronto lo esten. Pero han encontrado que — esto es después de tres horas y media en el RMN — es como salir de una nave espacial.

Y se ha demostrado en otros laboratorios también, por ejemplo, el de Paul Ekman en Berkeley, que algunos meditadores son capaces de controlar su respuesta emocional más de lo que se pensaba. Como los experimentos de sobresaltos, por ejemplo. Sientan a alguien en una silla con todo tipo de aparatos que miden su fisiología, y hacen estallar una especie de bomba, la respuesta es tan instintiva que, en 20 años, no han visto a alguien que no brinque. Algunos meditadores, sin tratar de evitarlo, pero simplemente siendo totalmente abiertos al pensamiento de que el estallido es sólo un pequeño evento como una estrella fugaz son capaces de no moverse en lo absoluto. La idea de todo esto no es, ciertamente, hacer un espectáculo de circo para mostrar seres excepcionales que pueden brincar o lo que gusten, sino para mostrar que entrenar la mente importa. No es un simple lujo, ni un suplemento vitamínico del alma, sino es algo que va a determinar la calidad de cada instante de nuestras vidas.

Estamos dispuestos a pasar 15 años obteniendo educación, nos encanta correr, hacer ejercicio; hacemos todo tipo de cosas para mantener la belleza. Sin embargo, es sorprendente ver el poco tiempo que dedicamos a cuidar lo que más importa: la manera en que nuestra mente funciona; que, repito, es lo que finalmente determina la calidad de nuestra experiencia. Ahora, nuestra compasión es supuestamente puesta en acción, y eso es lo que tratamos de hacer en diferentes lugares. Sólo este ejemplo vale mucho trabajo. Esta dama con tuberculosis, abandonada en una tienda, iba a morir con su única hija. Un año después, así es como está. Hemos estado haciendo esto en distintas escuelas y clínicas en el Tíbet. Los dejo con la belleza de estas miradas … que dicen más sobre la felicidad de lo que yo pueda decir. Monjes saltadores del Tíbet. Monjes voladores.

Muchas gracias.

Matthieu Ricard - Sobre los hábitos de la felicidad (2004)