Nuestra idea sobre el funcionamiento del cerebro ha variado. Desde considerarlo un espejo donde el mundo exterior se refleja a cada instante, a verlo como el creador de la realidad, adelantándose a lo que pasa  alrededor. Por ejemplo, Carlos no puede evitar lanzar hipótesis y proyectarse en el futuro. «¿Se caerá el ascensor?¿llegaré a tiempo a la cita?» El cerebro está constantemente adelantándose a lo que está ocurriendo.

Por su parte Marta se ha arreglado y ha preparado la cena. Todo está listo pero Carlos tarda y ella se impacienta. Antes de que llegue Carlos, el cerebro de su chica ha tenido tiempo de pensar en las mas remotas posibilidades: «¿Habrá tenido un accidente?. Se retrasa demasiado…, ¡oh no, lo mismo está con otra!. No se no se, prefiero no pensar». Pero lo ha pensado. Y ahora que tiene a Carlos frente a ella no puede evitar el notar ese nuevo aroma. Como parece más desaliñado y nervioso que de costumbre. «¿Y esos cabellos en su camisa?» Ya no le quedan dudas, Carlos ha estado con otra.

Nuestra atención es selectiva y amplifica o filtra la información que le llega del mundo exterior conforme a nuestros propositos y deseos. Creando hipotesis del mundo que, junto a las memorias que retenemos en nuestro interior, guian y manipulan la información sensorial para crear nuestra realidad particular. La percepción de la realidad es una construcción de la mente. La eterna pregunta sigue aun sin respuesta, ¿conocemos la realidad o solamente pensamos en ella? Nuestra mente es el umbral entre el mundo físico y nuestro particular mundo de pensamientos.

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